miércoles, 14 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 13.



13 1Todo eso lo han visto mis ojos,
lo han oído mis oídos, y lo comprendo:
2Lo que sabéis vosotros yo también lo sé,
y no soy menos que vosotros.
3pero yo quiero dirigirme al Todopoderoso,
deseo discutir con Dios,
4mientras vosotros enjalbegáis con mentiras
y sois unos médicos matasanos.
5¡Ojalá os callarais del todo,
eso sí que sería saber!
6Por favor, escuchad mi defensa,
atended a las razones de mis labios;
7¿O es que intentáis defender a Dios
con mentiras e injusticias?
8¿Queréis ser parciales a su favor
o haceros abogados de Dios?
9¿Qué tal si él os sondeara?,
¿intentaríais engañarlo como a un hombre?
10Si solapadamente sois parciales,
os dejará convictos y confesos.
11 ¿No os sobrecoge su majestad,
no os aplasta su terror?
12Vuestros avisos son proverbios polvorientos,
y vuestras réplicas son arcilla.
13Guardad silencio que vaya hablar yo:
venga lo que viniere,
14arriesgaré todo,
me jugaré la vida,
15y aunque intente matarme, lo aguardaré,
con tal de defenderme en su presencia;
16eso sería ya mi salvación,
pues el impío no comparece ante él.
17Escuchad atentamente mis palabras,
prestad oído a mi discurso:
18he preparado mi defensa
y sé que soy inocente.
19¿Quiere alguien contender conmigo?
Porque callar ahora sería morir.
20Asegúrame, Dios, estas dos cosas
y no me esconderé de tu presencia:
21que mantendrás lejos de mí tu mano
y que no me espantarás con tu terror;
22después acúsame y yo te responderé,
o hablaré yo y tú me replicarás.
23¿Cuántos son mis pecados y mis culpas?
Demuéstrame mis delitos y pecados.
24¿Por qué ocultas tu rostro
y me tratas como a tu enemigo?,
25¿por qué asustas a una hoja volandera
y persigues la paja seca?
26Apuntas en mi cuenta rebeldías,
me imputas las culpas de mi juventud
27y me metes los pies en cepos,
vigilas todos mis pasos
y examinas mis huellas.
28Se desgasta como un odre,
como vestido roído por la polilla,

EXPLICACIÓN.

13,1-3 El problema no es estar informado, saber cosas de Dios, hablar con otros hombres de Dios. Lo importante es poder dialogar y atreverse a discutir con Dios: el verbo "discutir" se repite en el capítulo con sentido forense. 

13,4-6 Comparada con la realidad de una experiencia profunda, la teología tradicional resulta falsa y mortal, ni blanquea la casa ni cura al enfermo. Vale más el silencio que esa teoIogía (= hablar de Dios). Tampoco Job se calla, sólo que habla a otro nivel, y Dios juzgará al final las dos teologías. 

13,7-8 Job denuncia esa teodicea humana que intenta justificar a Dios. ¿Necesita Dios que el hombre lo justifique, o le basta el reconocimiento? Ser parcial a favor de Dios contra el hombre ¿es un procedimiento legítimo? De ser parcial, el hombre debería tener comprensión del otro hombre. ¡Qué injusta puede resultar una teodicea fundada en la condena del hombre! ¡Qué vano defender con mentiras y justificar con injusticias! ¿No es como invocar el nombre de Dios en vano? Sobre las expresiones: 32,21; 42,8-9; Dt 10, 17; Jue 6,31 (abogados de Baal).

13,9 Si de repente Dios abandona su papel en tercera persona y comienza a intervenir, entonces sin análisis ni discusión sondea y penetra, descubre y delata el razonamiento humano. Dios no quiere mentiras, ni a su favor: el hombre no engañaría a Dios, se engañaría a sí. 

13,10 Quizá la parcialidad del hombre por Dios sea interesada, para recibir algo: a escondidas se recibe el soborno. En tal caso, la idea o doctrina de la retribución vicia totalmente la teodicea y la teología: los privilegiados de la fortuna defienden a Dios, no al hombre; lo defienden porque han recibido de él, para seguir recibiendo, en actitud de sobornados. Mientras que el desheredado se enfrenta limpiamente, a cuerpo, con Dios. Mentirosos en el bienestar y sinceros en la desgracia. Al final, Dios, que está escuchando entre bastidores, responderá. 

13,11 Entretanto hay que sentir impresionante la realidad de Dios, que desborda todos los cálculos mezquinos y los sofismas ingeniosos.

 13,13-16 En su discurso Job se lo va a jugar todo, frente a Dios, porque llega el momento en que hablar vale más que la vida, en que hablando el hombre se salva. Tal hablar es el supremo peligro, porque es hablar a Dios: si el contenido no es acertado, el acto de valentía sí lo es. Nadie, ni Dios, podrá tachar de interesado el discurso de Job; lo cual ya es una garantía. Ser admitido a la presencia de Dios, aunque no sea más que para defenderse, ya es salvación. Con tal de que el presentarse y el discurso sean apasionados, a la desesperada, jugándose la vida. Y el que no tiene más que pías consideraciones, que calle y escuche. 

13,15 Algunos comparan este verso con Sal 73,25-26. 

13,17-19 La última frase es dudosa y algunos traducen: "me callaría y moriría". 

13,18 La primera frase como en 23,4; 32,14; 33,S; 37,19 (tres veces en los discursos de Elihú). Lo segundo contradice lo dicho en 9,16.33. Por eso representa un nuevo paso en la actitud de Job. 

13,20-21 Job pone como condición que el proceso sea honrado, sin apelar a la violencia ni al terrorismo, como lo había pedido ya en 9,34. No puede hablar y defenderse bajo el peso de golpes y amenazas; pero ¿no está hablando bajo la descarga de los golpes?, ¿no son precisamente esos golpes los que han movilizado sus recursos? 

13,22 El orden del proceso importa menos que el hecho de hablar. Dios responderá en 38,3. 

13,23-27 Los cargos se presentan con brevedad y vehemencia. Si Dios acusa, que pruebe sus acusaciones, pues parece complacerse en llevar cuenta de nuestros pecados, vigila atentamente, va archivando nuestros delitos, no perdona uno ni concede el atenuante de la juventud o el paso del tiempo.

13,24 Otra vez Job emplea el lenguaje de los salmos retorciendo su sentido, haciendo de Dios el enemigo típico: véanse Sal 27,9; 30,8; 44,25; 88,15; 104,29. 

13,27 El texto es algo dudoso. Así termina el discurso de Job: de acusado ha pasado a acusador. Si Dios ha hecho al hombre racional, que le dé una respuesta razonable; si le ha infundido el sentido de la justicia, que no ultraje ese sentido. Y que guarde las proporciones. 

13,28 Véase Is 50,9; 51,6.8; Sal 39, 12; 102,27. Acumulación trágica: belleza efímera, sombra fugitiva, principio innato de corrupción, desgaste implacable. Acorde que marca la tonalidad de todo el capítulo.

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