sábado, 24 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 20.



20 1Sofar de Naamat habló a su vez y dijo:
2Mi agitación me impulsa a responder
pues me siento inquieto.
3He escuchado una lección humillante,
y un soplo de mi inteligencia
me hace contestar.
4¿No sabes que es así desde siempre,
desde que pusieron al hombre en la tierra,
5que el júbilo de los malvados es efímero
y la alegría del impío dura un instante?
6Aunque su ambición suba hasta el cielo
y toque con la cabeza en las nubes,
7pereceré para siempre, como estiércol,
y los que lo veían preguntan: «¿Dónde está?».
8Cruza como un sueño, y no lo encuentran,
se disipa como visión nocturna,
9los ojos que lo vean no lo vuelven a mirar,
ya no lo contempla su lugar.
10Sus hijos mendigan como pobres,
pues él tuvo que devolver su fortuna.
11Sus miembros llenos aún de juventud
se acuestan con él en el polvo.
12Si le sabía dulce la maldad
y la escondía debajo de la lengua,
13cuidadosamente, sin soltarla,
reteniéndola contra el paladar,
14ese manjar en las entrañas se les transforma
en veneno de víbora.
15Devoró riquezas y las vomitará,
porque Dios se las saca del vientre;
16chupará veneno de víboras
y lo matará la lengua del áspid.
17No gozará viendo acequias de aceite,
torrentes de leche y miel;
18devuelve sin usarlo el fruto de sus fatigas
y lo que ganó comerciando no lo disfruta;
19porque explotó y desamparó a los pobres
y se apropió casas que no había construido;
20porque no supo calmar su codicia,
no salvará nada de sus tesoros;
21nadie escapaba de su voracidad,
por eso no durará su bienestar.
22De la opulencia caerá en la penuria,
las manos de los desgraciados
se echarán sobre él.
23Para que le llene el vientre
Dios le enviará el incendio de su ira,
como lluvia que le penetre en las carnes.
24Si escapa del arma de hierro,
lo atraviesa la flecha de bronce,
25el astille sale por la espalda
y brilla la punta saliendo' por el hígado;
se abate sobre él el pavor,
261e reservan tinieblas totales,
lo devora un fuego no atizado por hombre,
se ceba en los restos de su tienda.
27EI cielo revela su culpa,
la tierra se subleva contra él.
28Arrolla su casa una avenida;
los raudales del día de la ira.
29Esta suerte reserva Dios al malvado,
esta herencia le depara Dios.


20 Segundo discurso de Sofar. Pronuncia la tercera variación sobre el tema del castigo de los malvados: su ambición, su alegría, su fortuna, su salud son bienes efímeros; sus pecados de injusticia se vuelven contra ellos. Los hombres se vengan del malvado, el cielo y la tierra lo acusan y Dios descarga en él su ira. Su castigo resulta una verdadera teofanía en la que se revela la justicia de Dios. Así queda Dios reivindicado: primero de las palabras de Job. ¿Algo más? Por implicación, Job pertenece a la categoría de los malvados, la pena que sufre es castigo, en ella se está revelando la justicia de Dios. Para Sofar el sufrimiento de su amigo es teofanía de ira: si Job no ha cometido exactamente los pecados que enumera, habrá cometido otros semejantes.
El autor muestra su maestría literaria al ofrecemos nuevos aspectos y alguna imagen original en un tema que parecía haber agotado. 

20,4 ¿Supone Sofar que al principio ya había buenos y malos?, ¿o su expresión es simplemente hiperbólica? Su argumento de experiencia pretende ser irrefutable, pero resulta que lo efímero del gozo es condición humana, no suerte del malvado. Compárese la expresión con Dt 4,32. 

20,6 Posible alusión a los mitos reflejados en Is 14 y Ez 18. 

20,8 El tema de la vida como sueño: Is 29,7; Sal 73,20. 

20,9 Job 7,10; 8,18; Sal 37,10.36. 

20,12-14 Desarrollo original de la imagen de Prov 9,17; 20,17. 

20,15-16 Véase Prov 23,8 y Jr 51,44. 

20,17-21 Pecado denunciado por los profetas. Véase sobre todo Miq 2,1-2; 3,1-3; 6,10-12; también Am 3,9-10; 5,10-11; Is 5,8. También la literatura proverbial se ocupa de ello: Prov 14,31; 22,16; 28,3; 30,14.
20,23 La primera sentencia es quizá glosa, no se lee en la traducción griega. Empieza la tormenta teofánica: véase p. ej. Sal  11,6. 

20,24-25 Véanse 2 Sam 2,23; Nah 3,3; Hab 3,11. 

20,28 Se trata del rayo o de otro fuego maravilloso, como en Nm 20,16. La teofanía puede ser la llegada de Dios a juzgar, como en Sal 50,3. 

20,27 Cielo y tierra como testigos de la justicia de Dios: como en el citado salmo y también Is 1,2; Dt 32,1. 

20,28 La inundación es otro de los castigos ejecutados por los elementos: véase p. ej. la imagen de Is 8,7-8.

20,29 El epifonema de Sofar suena como el comentario de los espectadores llamados a presenciar la teofanía. Significa reconocer la justicia de Dios, como en Sal 58,12.

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