sábado, 24 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 22.



 22 1Elifaz de Temán habló a su vez y dijo:
2¿Puede un hombre ser útil a Dios?
¿puede un sabio serle útil?
3 ¿Qué saca el Todopoderoso de que tú seas justo
o qué gana si tu conducta es honrada?
4¿Acaso te reprocha el que seas religioso
o te lleva a juicio por ello?
5¿No es más bien por tu mucha maldad
y por tus innumerables culpas?
6Exigías sin razón prendas a tu hermano,
arrancabas el vestido al desnudo,
7no dabas agua al sediento
y negabas el pan al hambriento.
8Como hombre poderoso, dueño del país,
privilegiado habitante de él,
9despedías a las viudas con las manos vacías,
hacías polvo los brazos de los huérfanos.
10Por eso te cercan lazos,
te espantan terrores repentinos
11lo tinieblas que no te dejan ver
y te sumergen aguas desbordadas.
12Dios es la cumbre del cielo,
¡Y mira que están altas las estrellas!
13Tú dices: «¿Qué sabe Dios?,
¿puede distinguir a través de los nubarrones?;
14las nubes lo tapan y no le dejan ver
y él se pasea por la órbita del cielo».
15¿Quiéres tú seguir la vieja ruta
que hollaron mortales perversos,
16arrastrados prematuramente
cuando su cimiento se fundía hecho un río?
17Decían a Dios: «Apártate de nosotros,
¿qué puede hacemos el Todopoderoso?».
18Él les había llenado la casa de bienes,
y los malvados planeaban sin contar con él.
19Los justos al verlo se alegraban,
los inocentes se burlaban de ellos:
20«iSe han acabado sus posesiones,
el fuego ha devorado su opulencia!».
21Reconcíliate y ten paz con él
y recibirás bienes;
22acepta la instrucción de su boca
y guarda sus palabras en tu corazón.
23Si te vuelves al Todopoderoso, te restablecerá.
Aleja de tu tienda la injusticia,
24arroja al polvo tu oro
y tu metal de Ofir a los guijarros del torrente,
25y el Todopoderoso será tu oro
y tu plata a montones;
26él será tu delicia
y alzarás hacia él el rostro;
27cuando lo supliques, te escuchará,
y tú cumplirás tus votos;
28lo que tú decidas se hará,
y brillará la luz en tus caminos.
29Porque él humilla a los arrogantes
y salva a los que se humillan.
30ÉI librará al inocente
y tú te librarás por la pureza de tus manos.

22 Tercer discurso de Elifaz. En el pleito clásico (en hebreo rib) , como lo conocemos por Is 1,10-20 o Sal 50, encontramos los siguientes elementos: una introducción en la que Dios se dirige al rival, después rechaza la compensación del culto y denuncia las culpas, una arenga, una peroración con promesas y amenazas según se convierta o no. Muchos de estos elementos se encuentran también en otros géneros literarios. El autor, quizá sin pensarlo expresamente, reúne en el discurso de Elifaz los mismos elementos en desarrollo y disposición libre. En la introducción (2-5) afirma que Dios no recibe nada del hombre (Sal 50,12-13) y afirma su justicia (Sal 5,6); describe el pecado de Job y sus consecuencias (6-11); pronuncia una arenga arguyendo contra Job (tema parecido a Sal 50,21) Y proponiéndole el escarmiento del malvado (12-20); finalmente lo invita a la conversión con promesas de felicidad (21-30). 

Job pretendía ponerle pleito a Dios, para probar su inocencia. En cierto sentido Elifaz recoge el desafío y entabla pleito con Job. Esta vez sin los modos suaves del comienzo, sino denunciando abiertamente. Con todo, buscando el bien de su amigo en la confesión y arrepentimiento. No ha terminado todo, aún hay esperanza para Job: el Dios que lo ha castigado con justicia lo perdonará con misericordia. Es la última ocasión que se le ofrece. 

El discurso de Elifaz transforma la teoría en exhortación personal e intensa. El tono sincero compensa la poca originalidad de sus ideas y de su lenguaje. Son las últimas palabras de Elifaz en el diálogo: en la perspectiva del prólogo, sus palabras van más allá de Satán, ya que éste reconocía la honradez de Job hasta el momento de la segunda prueba, mientras que Elifaz niega dicha honradez -contradiciendo el juicio de Dios y del narrador-; pero también es diversa su actitud, pues mientras Satán se apostaba y jugaba, Elifaz acusa para conseguir la conversión y el bien del amigo. 

22,2-5 Suenan los temas del prólogo: la conducta honrada, el temor de Dios, la idea de la utilidad, transformada. Dios no se deja sobornar, pues nada recibe del hombre: ni de su justicia, ni de su sabiduría, ni de su sentido religioso. El hombre no es sólo criatura manchada, sino siervo inútil. En contrapunto se insinúa que todo el provecho es del hombre. El hombre es interesado, y Dios desinteresado: ¿significa esto que Dios no se interesa por el hombre? 

22,5 Este verso marca el avance de Elifaz: en el cap. 4 la razón del sufrimiento era la condición humana universal, en el cap. 15 se refería en general a los pecadores, aquí nombra personalmente a Job. 

22,6-11 Construcción clásica: denuncia de la culpa, sentencia de castigo. Lo nuevo es que la sentencia se está cumpliendo y de ella deduce Elifaz la culpa: aunque la forma es tradicional, su juicio es a priori, por deducción. En su mente la doctrina de la retribución sigue inmutable Las culpas imputadas son típicas de la predicación profética y de la legislación, a saber: 

22,6 Dt 24,6-12; Am 2,8; Ex 22,25-26. 

22,8 Is 5,8; Miq 2, 1. 

22,9 Ex 22,21; Ot 24, 17; Is 1,17. 

22, 10-11 Acumulación simbólica de calamidades: véase 18,8-10; 19,6-15.22. 

22,12-20 Los elementos de esta sección responden a los conocidos de una teofanía de juicio: denuncia del pecado, amenaza, intervención de Dios, impresión en la gente. Sólo que el orden está cambiado en parte: castigo (15-16), rebelión (17), beneficios de Dios (18), Elifaz se suma al comentario de los justos. 

22,13 El clásico pensamiento del malvado: Sal 10,11; 73,11; 94,7; Eclo 18.

22,14 La nube puede indicar la presencia de Dios; en labios del malvado asume la función opuesta. 

22,17-18 Suena a eco de 21,14-16, con varios elementos copiados a la letra. 

22,18 Sal 52,8; 58,11; 64; 69,33; 107,42. 

22,21-30 En la exhortación final remacha la doctrina de la retribución. De la reconciliación se seguirán todos los bienes, de la conversión la restauración, con la renuncia se ganará la amistad y su disfrute, de la amistad brotará el diálogo de la súplica, la concesión, el agradecimiento y el éxito. 

22,21-23 No basta la oración, como en 5,8; 8,5; 11,13, es necesaria la conversión. 

22,22 Elifaz apelaba a una visión en el cap. 4, aquí se refiere a la tórá, ley o instrucción de Dios. 

22,26 Is 37,4; 58,14. 

22,27 Sal 22,26; 50,14; 61,9. 

22,29 Expresión tradicional: Sal 18,28; 31,24. 

22,30 El sentido es muy dudoso. Prefiero seguir las versiones antiguas.

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