miércoles, 28 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 28.



28 1Tiene la plata veneros,
el oro un lugar para refinarlo,
2el hierro se extrae de la tierra,
al fundirse la piedra, sale el bronce.
3El hombre pone frontera a las tinieblas,
explora los últimos rincones,
las grutas más lóbregas;
4perfora galerías un pueblo extranjero,
olvidados de los pies, oscilan
suspendidos lejos de los hombres.
5La tierra que da pan
se trastorna con fuego subterráneo:
6sus piedras son yacimientos de zafiros,
sus terrones tienen pepitas de oro.
7Su sendero no lo conoce el buitre,
no lo divisa el ojo del halcón,
8no lo huellan las fieras arrogantes
ni lo pisan los leones.
9EI hombre echa mano al pedernal,
descuaja las montañas de raíz;
10en la roca hiende galerías,
atenta la mirada a todo lo precioso,
11ataja los hontanares de los ríos
y saca lo oculto a la luz.
12Pero la Sabiduría, ¿de dónde se saca?,
¿dónde está el yacimiento de la prudencia?
13EI hombre no sabe su precio,
no se encuentra en la tierra de los vivos.
14Dice el Océano: «No está en mí»,
responde el Mar: «No está conmigo».
15No se da a cambio de oro puro
ni se le pesa plata como precio,
16no se iguala al oro de Ofir,
a ónices preciosos o zafiros,
17no se paga con oro ni con vidrio,
ni se cambia por vasos de oro fino,
18no cuentan el cristal ni los corales
y adquirirla cuesta más que las perlas;
19no la iguala el topacio de Nubia
ni se compara con el oro más puro.
20 ¿De dónde viene la Sabiduría,
dónde está el yacimiento de la prudencia?
21Se oculta a los ojos de las bestias
y se esconde de las aves del cielo.
22Muerte y Abismo confiesan:
«De oídas conocemos su fama».
23Sólo Dios sabe su camino,
sólo él conoce su yacimiento,
24pues él contempla los límites del orbe
y ve cuanto hay bajo el cielo.
25Cuando señaló su peso al viento
y definió la medida de las aguas,
26cuando impuso su ley a la lluvia
y su ruta al relámpago y al trueno,
27entonces la observó y la calculó
la escrutó y la asentó.
28Y dijo al hombre:
«Respetar al Señor es sabiduría,
apartarse del mal es prudencia». 

INTERLUDIO 

Ha terminado la tercera rueda o el tercer acto. El autor decide que la discusión con los amigos ha terminado. De repente el lector o el oyente escucha un himno a la sabiduría inaccesible. ¿Qué significa este poema en este sitio? 

Ante todo preguntamos por el autor de este poema: ¿lo compuso el autor del libro?, ¿un autor más antiguo?, ¿un autor posterior? Por el estilo no desmerece de lo que hemos leído ni de lo que vendrá, y no ofrece otros elementos para decidir la cuestión. Después preguntamos si el poema pertenece a la obra. Esta segunda pregunta es más interesante porque es criterio de lectura: ¿debemos arrancar el poema de este sitio y leerlo aparte como obra autónoma, para entenderlo?, ¿o debemos leerlo donde está, como parte integrante de la obra? Suponiendo que es parte de la obra, ¿está en su sitio debido o se ha de trasponer y leer como conclusión del discurso de Dios?, ¿quién pronuncia el discurso? Incorporado a la obra ¿qué función
desempeña y qué relación guarda con otras partes? Es como un intermedio lírico después de los tres actos de diálogo, como una pausa que aleja y hace reposar al lector. En términos dramáticos, lo recitaría un solista o un coro. 

A los amigos, que se creen sabios y poseedores de la solución del problema, el poema los reduce al silencio: de hecho ya no vuelven a hablar. Respecto a Job, el poema canta la búsqueda frustrada del hombre y el testimonio de la tierra y del Abismo. 

La sabiduría ha sonado varias veces en el diálogo: en boca de los amigos, 8,8-10; 11,2; 15,2-8; en boca de Job 12,2; 13,5; 26,3. Era la sabiduría tradicional, transmitida y adquirida, que reflexiona sobre la vida humana; mientras que el poema canta una sabiduría inaccesible, de tipo cósmico. Pero hay que notar dos cosas. Primero, que cuando Dios intervenga, apelará a su sabiduría cósmica; por eso el cap. 28 prepara al público para la intervención de Dios en el drama. Segundo, que la sabiduría cósmica y la sabiduría sobre la vida humana no se oponen en la literatura israelítica; basta leer Prov 8 para convencerse de ello. El hombre participa de la sabiduría, pero ésta lo transciende, y no puede apoderarse de ella. El poema refleja esta tensión al describirnos al horno faber, que en la tradición bíblica no se distingue del horno sapiens (sabiduría es ante todo saber hacer). 

El verso final parece salirse del ritmo, llama a Dios adonay (título tardío), representa una doctrina tradicional, parece contradecir al poema, que declara inaccesible la sabiduría. El leer o el dejar este verso afecta notablemente al sentido: el comentarista puede optar por una de las dos soluciones o puede ofrecer las dos lecturas como alternativas posibles. 

El poema tiene una estructura sencilla y dinámica, que el estribillo ayuda a percibir. La primera estrofa (1-12) nos describe al horno faber en la cumbre de su audacia exploradora y de su habilidad técnica, en el trabajo de las minas. Además las minas representan la búsqueda y hallazgo de lo oculto, misterioso, precioso; sobrepasando las aves de presa y las bestias feroces, lejos de ciudades y caminos. El estribillo (12) introduce por contraste la sabiduría, que el hombre no encuentra. Entonces el hombre -segunda estrofa (13-22)- intenta otro camino: comprarla; por ella ofrece todo lo precioso que ha extraído y acumulado con su técnica: oro y plata y piedras preciosas. Pero la sabiduría no tiene precio, no se compra: y de nuevo suena el estribillo (20), al que responde el reino de la muerte, como antes respondía el océano. La
tercera estrofa (23-27) responde al estribillo: Dios la conoce, la posee y la domina, como creador del cosmos. Aquí puede concluir el poema, y la conclusión es que el hombre se inclina vencido ante Dios. También podemos leer el poema incluyendo el verso final (sea añadido o no): en tal caso encontramos la misma doctrina que en Eclo 1 y menos explícita en Prov 8. Lo que el horno faber y el horno oeconomícus no pueden alcanzar, el horno relígíosus lo alcanza: respetando a Dios y haciendo el bien, el hombre alcanza su realidad de horno sapíens. 

28,1-2 Plata y oro son los metales del horno oeconomícus, mientras que hierro y bronce son los del horno faber. Es extraño que provengan de la tierra, como el hombre. Véase Mal 3,3; Sal 12,7 y Dt 8,9. 

28,5 Es curioso ese contraste de dos pIanos: por arriba la tierra de pan llevar, pacífica y fecunda; por abajo la tierra agitada. Y el mismo hombre señor de la superficie y violador de la profundidad. En su aventura el hombre está descubriendo ya una sabiduría enigmática que ve y no puede explicar. 

28,11 El verso expresa el gozo del descubrimiento o revelación, premio al esfuerzo del hombre. El contraste con el estribillo es agudo. 

28,13-14 Responden negativamente a la pregunta del estribillo: ni la tierra de los vivos, que es la superficie terrestre, ni el océano primordial, subterráneo, sobre el que emerge la tierra firme. 

28,15-18 Véase Prov 3,13-15, que la supone accesible al hombre, y 8,10-11 en que la misma sabiduría se ofrece y se pregona, y también 8,19.21 en que ella misma trae y entrega oro y riquezas. En Prov 8 el punto de partida es el opuesto, la sabiduría toma la iniciativa de buscar al hombre, y por ello el hombre la puede encontrar. Véase la actividad correlativa del hombre y de la sabiduría hasta el encuentro en Eclo 14,20-15,6. 

28,21-22 Con el Abismo -véase Prov 15, 11; 27,20- se completan los planos subcelestes del poema. La exclusión es completa, y prepara el salto a la transcendencia divina que lo abarca todo. 

28,23-27 Dios domina la sabiduría con su mirada universal y con su acción creadora y ordenadora. 

28,24 Sal 65,6. 

28,25 Is 40,12. 

28,28 Prov 1,7; 3,7; 9,10; EcI12,13; Eclo 1,14.20; Sal 111 ,10.

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