miércoles, 28 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 29.



29 1Job siguió entonando sus versos y dijo:
2iQuién me diera volver a los viejos días
cuando Dios velaba sobre mí,
3cuando su lámpara brillaba encima de mi cabeza
y a su luz cruzaba las tinieblas!
4¡Aquellos días de mi otoño,
cuando Dios era un íntimo en mi tienda,
5el Todopoderoso estaba conmigo
y me rodeaban mis hijos!
6Lavaba mis pies en leche,
la roca se me derretía en ríos de aceite.
7Cuando salía a la puerta de la ciudad
y tomaba asiento en la plaza,
8los jóvenes al verme se escondían,
los ancianos se levantaban
y se quedaban en pie,
9los jefes se abstenían de hablar
tapándose la boca con la mano;
10se quedaban sin voz los notables
y se les pegaba la lengua al paladar.
11Oído que me oía me felicitaba,
ojo que me veía me aprobaba.
12yo libraba al pobre que pedía socorro
y al huérfano indefenso,
13recibía la bendición del vagabundo
y alegraba el corazón de la viuda;
14de justicia me vestía y revestía,
el derecho era mi manto y mi turbante.
15Yo era ojos para el ciego,
era pies para el cojo,
16yo era el padre de los pobres
y examinaba la causa del desconocido.
17Le rompía las mandíbulas al inicuo
para arrancarle la presa de los dientes.
18y pensaba: «Moriré dentro de mi nido,
con días incontables como la arena».
19Mis raíces alcanzaban hasta el agua
y el rocío se posaba en mi ramaje;
20mi prestigio se renovaba conmigo
y mi arco se reforzaba en mi mano.
21Me escuchaban expectantes,
atentos en silencio a mi consejo;
22después de hablar yo, no añadían nada,
mis palabras goteaban sobre ellos,
23las esperaban como lluvia temprana,
se las bebían como lluvia tardía;
24al verme sonreír, apenas lo creían,
y no se perdían un destello de mi rostro.
25Escogía su camino, me sentaba a la cabeza,
instalado como un rey entre su escolta.
Yo guiaba y se dejaban conducir.

ACTO CUARTO

29-31 + 38-41 Job Y Dios. Después del intermedio lírico, la escena queda preparada para el último acto. Los amigos -en términos dramáticos- se retiran a una penumbra lateral, a una presencia casi inadvertida. Job llena la escena, conjurando en un amplio monólogo sus recuerdos, sus penas (29-31). De nuevo se dirige al Dios escondido, en un esfuerzo final. De repente (38,1) Dios irrumpe en una teofanía y entabla una discusión con Job. Éste apenas responde, confiesa su derrota; pero ha conseguido hacer hablar a Dios, y éste es su triunfo. 

Así era el cuarto acto en el drama original, y así se puede leer todavía empalmando los tres capítulos de Job (29-31) con los cuatro de Dios (38-41). El orden original está gravemente turbado porque un lector posterior ha querido intervenir en la disputa y, como un espontáneo, ha saltado al escenario para pronunciar una tirada de capítulos (32-37). Es conveniente, al menos una vez, leer el acto final en su forma primitiva, para recibir todo su impacto.

29-31 Último discurso de Job. En la estructura general de la obra estos capítulos tienen una doble referencia. Mirando hacia atrás, enlazan con la gran lamentación inicial (cap. 3). Mirando hacia adelante, el discurso es el último desafío al que Dios debe responder. 

Job ha quedado prácticamente solo en escena, los discursos de los amigos han fluido al margen de su experiencia problemática. A solas consigo, deja brotar y expresarse el recuerdo de su vida dichosa, antes de la gran prueba, y así empalma con el prólogo y lo desborda cronológicamente (flash-back); brotan reminiscencias del diálogo reciente con sus amigos, retorna la conciencia aguda de su sufrimiento. Pero sobre todo brota su ansia radical, que sigue llenando su soledad, el ansia de encontrarse con Dios para acusarlo y pedirle cuentas. La ausencia y el silencio de Dios se adensan en la escena, más que el silencio de siete días de los amigos (2,13). El público sabe que Dios está presente, escondido y observando, Job no lo sabe. 

y sin embargo, habla como si lo viera, porque no puede aceptar esa ausencia y ese silencio. En un juicio de su deseo y su fantasía, vuelve a desafiar a su rival, lo acusa, jura su propia inocencia. Lo que no sabe Job es que su fantasía y su deseo están mucho más cerca de la realidad que su dolor incansable: han adivinado confusamente la presencia de Dios y hasta han presentido su respuesta. Esto Job no lo puede saber, porque su ignorancia es parte de la prueba, y ésta ha de llegar al límite: en rigor no son las posesiones lo que importa -como bien comentó Satán-, ni siquiera la propia piel o el cuerpo -adonde ha alcanzado el golpe de Satán-; Dios puede herir más por dentro: en el centro de la existencia abismal mente ansiosa de Dios.El discurso de Job se articula en tres partes: nostalgia, elegía, juramento. 

29 Job: poema de la nostalgia. Los datos biográficos del prólogo se enriquecen aquí y toman una coloración lírica particular. Naturalmente se trata de una biografía bastante convencional, de un tipo simplificado e idealizado. Nos informa sobre los valores de la existencia según la estimación del autor sapiencial.
Primero es la unión y amistad con Dios, dentro de la vida familiar. Segundo es el prestigio y autoridad en la vida pública. Tercero es la fama de hombre benéfico y generoso. La lectura de los versos 21-25 entre 10 y 11 supone un ligero cambio, mejora muchísimo el movimiento del discurso y la admiten casi todos los comentaristas. 

29,2 Véase Nm 6,24; Sal 16,1; 91,11 y 121,7-8. 

29,3 Sal 18,29; 36,10; 97,11; Is 50,10; Miq 7,8. 

29,5 Sobre la compañía de Dios véase Gn 28,20; 31,5; Sal 23,4; 46,6. De la protección divina viene la bendición de la familia: véase cap. 1; 8,4; Sal 128,3.

29,6 Segunda bendición, la prosperidad; contra Sofar, 20,17. 

29,7 Como sitio de la vida pública ciudadana: Prov 22,22; 24,7; 31,23; Sal 127,5. 

29,9-10 Ancianos, jefes y notables son concejales con derecho a hablar. Véase Is  52,15. Incluye la deliberación y el juicio.

29,11 Este testimonio de desconocidos se opone al testimonio negativo de los amigos. Job no hace aquí profesión de justicia y misericordia, sino que expresa el gozo por la fama que de esas virtudes se sigue.
29,12-17 La descripción tiene paralelos en la literatura sapiencial: Prov 14,21; 19,17; 22,9; 29,14; 31,5 8; Sal 112,4.5.9. 

29,12 Sobre todo contra Elifaz, 22,6-9. Véase Sal 72,12 (visión del rey ideal). 29,141s 49,17; 61,10.

29,15 Lo que Job recibía de Dios, luz y camino, lo ofrece a los necesitados. 

29,16 Como manda Ex 22,21. Padre de los pobres es título de Dios en Sal 68,6. 

29,17 Imagen común en los salmos: 3,8; 58,7; 124,6-7. 

29,18 El "nido" es el hogar, Prov 27,8, donde morirá serenamente. Comentaristas antiguos leyeron, en vez de "arena", una alusión a la leyenda del ave fénix, como símbolo de resurrección. Referencia anacrónica y discordante en el libro. 

29,19 Ha usado la imagen Bildad en sentidos opuestos: 8,16; 18,16. Véase también Sal 1,3; Jr 17,8; Ez 31,7. 

29,20 El arco como símbolo de poder, Gn 49,24. 

29,21-23 Son expresiones que se aplican a Dios: Sal 37,7; Lam 3,26. También la imagen de la lluvia se aplica a la palabra de Dios: Dt 32,2; Prov 16,15; Os 6,3 y sobre todo Is 55,10-11.

29,24 Prov 16,15. "No se perdían ... ": traducción conjetural. 

29,25 También se aplica a Dios el enseñar el camino: Sal 25,12; 119,30; 139,24.

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