viernes, 30 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 30.



30 1Ahora, en cambio, se burlan de mí
muchachos más jóvenes que yo,
a cuyos padres habría rehusado
dejar los perros de mi rebaño,
2cuyos brazos no me habrían servido,
sin fuerzas como estaban.
3Andaban enjutos de hambre y necesidad,
royendo la estepa,
de noche en el yermo desolado,
4arrancando armuelles por los matorrales,
alimentándose de raíces de retama;
5expulsados de los poblados,
a gritos, como ladrones,
6habitando en barrancos espantosos,
en cuevas y cavernas,
7aullando entre los matorrales
apretujándose bajo las ortigas.
8¡Chusma vil, prole sin nombre,
arrojada del país a latigazos!
9 Ahora, en cambio, me sacan coplas,
soy el tema de sus burlas,
10me aborrecen, se distancian de mí
y aun se atreven a escupirme a la cara.
11Dios ha soltado mi cuerda y me ha humillado,
y ellos se desenfrenan contra mí.
12A mi derecha se levanta una canalla
que apisona caminos para mi exterminio;
13deshacen mi sendero,
trabajan en mi ruina
y nadie los detiene;
14irrumpen por una ancha brecha
en avalancha, como tormenta.
15Se vuelven contra mí los terrores,
se disipa como el aire mi dignidad,
y pasa como nube mi ventura.
16Ahora quiero desahogarme:
me atenazan días de aflicción,
17la noche me taladra hasta los huesos,
pues no duermen las llagas que me roen.
18Él me agarra con violencia por la ropa
y me sujeta por el cuello de la túnica,
19me arroja en el fango
y me confundo con el barro y la ceniza.
20Te pido auxilio, y no me haces caso;
insisto, y me clavas la mirada.
21Te has vuelto mi verdugo
y me atacas con tu brazo musculoso.
22Me levantas en vilo, me paseas
y me sacudes en el huracán.
23Ya sé que me devuelves a la muerte,
donde se dan cita todos los vivientes.
24¿No alarga uno la mano al hundirse,
o no grita «socorro» en el desastre?
25¿No lloré con el oprimido,
no tuve compasión del pobre?
26Esperé dicha, me vino desgracia;
esperé luz, me vino oscuridad.
27Me hierven las entrañas y no se acallan,
días de aflicción me salen al encuentro.
28Camino sombrío, lejos del sol,
y en la asamblea me levanto a pedir auxilio;
29me he vuelto hermano de los chacales
y compañero de los avestruces.
30Mi piel se ennegrece y se me cae,
mis huesos se queman de fiebre.
31Mi cítara está de luto
y mi flauta acompaña al llanto.

30 Job: elegía por si mismo. Del pasado pasamos al presente, sin abandonar del todo los recuerdos. La primera desgracia es la humillación y burla, que se opone al prestigio de antes; la segunda es la hostilidad de unos y el abandono de otros; la tercera es el sufrimiento corporal y la angustia interior.Como en el capítulo anterior Dios era el centro y la fuente de la dicha, también ahora Dios es la causa de la desgracia. Pero es muy diversa su aparición: el texto hebreo no nombra a Dios. Su figura emerge primero como una tercera persona, sujeto anónimo de lo que Job siente; después como una segunda persona a quien Job interpela. Porque Dios no es la causa soberana que se respeta, sino el responsable y por lo tanto culpable de esta situación. Los motivos literarios del dolor, la burla, la hostilidad son comunes de los salmos de súplica o lamentación; lo nuevo es que ahora es Dios el protagonista de esa hostilidad. La súplica a Dios se transforma en queja contra Dios. A ver si a fuerza de acusaciones obliga a Dios a responder. 

30,1 Compárese con 29,815. Los perros eran despreciables, y perro podía ser insulto: Ex 22,31; 1 Re 14,11; 21,19; Jr 15,3; Sal 68,23; Prov 26,11. 

30,3-8 El extremo de la humillación es sufrir las burlas de la gente más indigna. Job describe aquí de modo genérico a maleantes que andan vagabundos al margen de la cultura, gente indeseable expulsada de la vida ciudadana. Si Job ha sido expulsado de la comunidad por el peligro de contagio, (cfr. Lv 13,46), es más fácil imaginarse que se vea expuesto a la burla de los vagabundos. La presente descripción tiene puntos de contacto con la de 24,5-8, y algunos comentaristas prefieren considerarla como adición extraña al texto. 

30,6 Véase Is 2,10.19.21. 

30,7 A la letra "rebuznando", es decir como asnos salvajes. 

30,9 Sal 69,13; Lam 3,14. 

30,10 Véase 19,13-19. 

30,11 "Mi cuerda": del arco (29,20) o de la tienda. Es dudoso el sujeto. 

30,12-14 Hay que notar la semejanza con el discurso de Job 19,8.12, donde el sujeto era Dios. 

30,15 Véase 19,9. 

30,16 Véase Sal 42,5. 

30,17 Día y noche activos, sucediéndose en la tortura. Sobre todo se siente la noche, que no sólo envuelve, sino penetra; como el ejército de animales roedores que ella cobija. En la oscuridad y el silencio se exacerba la sensación del dolor. Así la noche cobra valor simbólico, de la muerte que ya ha hecho presa en un cuerpo y no lo soltará. 

30,18-19 Como si hubiera comenzado la ejecución del reo: el vestido expresa su dignidad personal, y se emplea para sujetar al reo; fango, barro y ceniza recuerdan al hombre su origen, son signo de luto y penitencia y también símbolo de la muerte. 

30,18 El verso es muy dudoso. Otra posible traducción: lime rodea como el cuello de mi túnica". 

30,20 Comienza la interpelación en segunda persona, como de una víctima que suplicase al verdugo. El verdugo no hace caso: 19,7; Sal 22,2-3. 

30,21 Véase 19,11; 16,19; 13,24; también Is 63,10. 

30,22 Extraña elevación del hombre, para exponerlo a la violencia del huracán. Huracanes de la existencia, pero sobre todo el terrible huracán de Dios (teofanía), que sacude al hombre exaltado. ¿Es esto ser hombre, estar expuesto a la vehemencia de Dios? Véase Sal 102,11. 

30,23 Dios devuelve lo suyo a la tierra, el hombre al polvo, Gn 3,19; Sal,9,18 (los malvados); 90,3 (hijos de Adán); EcI 12,5.7. ¿Pero pertenece la vida a la muerte? Más bien Dios retira su aliento: Sal 104,29. 

30,24 El texto hebreo difícilmente hace sentido. Ofrezco una traducción conjetural, inspirada en Sal 69,3.15. Según ella asistimos a lo último: una mano que se agita entre las olas, un grito de socorro sin respuesta. ¿Son éstas las últimas palabras de Job? El hombre, un náufrago tragado por el océano de la no existencia.
30,25 Este verso haría mejor sentido junto a 31,29-30. 

30,27-30 Compárese con Sal 38 y con las Lamentaciones. 

30,27 Lam 1,20; 2,11. Acosado por dentro y por fuera: no es refugio su interior ni es liberación el futuro próximo. 

30,28 Sal 42,10; 43,2. Compárese la segunda parte con 29,9s. 

30,29 Es decir, compañero de animales salvajes, habitantes de las ruinas y el despoblado: Is 13,21-22; 34,13-15; Miq 1,8. 

30,30 Véanse 7,5; 18,13; Sal 102,4; Lam 4,8.

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