domingo, 4 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 6.



6 1Respondió Job:
2Si pudiera pesarse mi aflición
y juntarse en la balanza mis desgracias,
3serían más pesadas que la arena;
por eso desvarían mis palabras.
4Llevo clavadas las flechas del Todopoderoso
y siento cómo absorbo su veneno,
los terrores de Dios
se han desplegado contra mí.
5¿Rebuzna el asno salvaje ante la hierba",
¿muge el buey ante el forraje?,
6¿ va uno a comer sin sal lo desabrido
o a encontrarle gusto al jugo de la malva?
7Lo que me daba asco
es ahora mi alimento repugnante.
8Ojalá se cumpla lo que pido
y Dios me conceda lo que espero:
9que Dios se digne triturarrne
y cortar de un tirón mi trama.
10Sería un consuelo para mí:
aun torturado sin piedad, saltaría de gozo,
por no haber renegado
de las palabras del Santo.
11 ¿Qué fuerzas me quedan para resistir?,
¿qué destino espero para tener paciencia?
12¿Es mi fuerza la fuerza de las rocas
o es de bronce mi carne?
13Ya no encuentro apoyo en mí
y la suerte me abandona.
14Para el enfermo es la lealtad de los amigos
aunque olvide el temor del Todopoderoso;
15pero mis hermanos me traicionan
como un torrente
como una torrentera cuando cesa el caudal:
16bajan turbios del ventisquero
en el cual se esconde la nieve;
17pero con el primer calor se secan
y en la canícula desaparecen de su cauce;
18cambian las sendas de su curso
se adentran en el desierto y desaparecen.
19Las caravanas de Temá lo buscan
y las recuas de Sabá cuentan con él;
20pero queda burlada su esperanza
y al llegar se ven decepcionados.
21Igual vosotros, os habéis vuelto nada,
veis algo terrible y sentís miedo.
22¿Os he pedido que soltéis por mí
algún soborno de vuestro bolsillo,
23que me libréis de mi adversario
y me rescatéis de un poder tiránico?
24Instruidme, que guardaré silencio;
hacedme ver en qué me he equivocado.
25iQué persuasivas son las razones verdaderas!
Pero ¿qué prueban vuestras pruebas?
26¿Pretendéis refutar mis palabras,
cuando lo que dice un desesperado es viento?
27Seríais capaces de sortearos un huérfano
y tratar el precio de un amigo.
28Ahora miradme atentamente:
juro no mentir en vuestra cara.
29Sigamos, por favor, pero sin maldad;
sigamos, que está en juego mi inocencia.
30¿Hay maldad en mis labios?,
¿no pondera mi boca las palabras? 

EXPLICACIÓN.

6-7 Primer discurso de Job. El discurso de Elifaz ha sonado bastante razonable, el lector ha podido resumir y apreciar el valor de la argumentación; también suenan sus palabras corteses y bienintencionadas. Para Job no es así: las promesas de dicha llegan tarde, las veladas amenazas no asustan, porque mucho más terrible es la angustia actual. Por eso, frente al discurso razonable de Elifaz, Job va a practicar y defender una lógica del absurdo, porque no es razonable ni lógico su dolor. No teme contradecirse: que Dios deje de apretar, lo poco que le queda de vida, que Dios apriete para apresurar su muerte. La lógica es: que cese el dolor, sea como sea. 

Job se queja de sí mismo, de los amigos, de Dios. De sí mismo porque ya no resiste y desvaría; de los amigos, que lo traicionan y abandonan, o intentan sorprenderle en las palabras para un fácil triunfo dialéctico; de Dios, que lo ha herido y no lo ha librado y se ensaña cruelmente. Job apela a un juicio justo y leal: con los amigos, para que reconozcan su inocencia; con Dios, para lo mismo, o para que le perdone, o para que lo deje. En el cap. 6 habla a los amigos, en el 7 a Dios.
Si el discurso de Elifaz era razonable, el de Job es convincente, como expresión de un "espíritu angustiado". 

6,4 Lo extraño e ilógico es que ese dolor proceda de Dios, aunque Job ignore la causa (porque no ha asistido al prólogo en el cielo). La figura de Dios como arquero es frecuente: Dt 32,23; Hab 3,9; Sal 38,2; 64,7. 

6,5-8 Este tipo de preguntas en serie es de origen sapiencial, aunque se encuentre en profetas, como Am 3; también es sapiencial la enseñanza de los animales. 

6,8-10 En el uso audaz de los términos consuelo y esperanza, retorciendo su sentido, reside la fuerza de esta imprecación. Hay que recordar que los amigos habían venido para consolarlo y que Elifaz ha mencionado dos veces la esperanza. La petición, la esperanza, el consuelo de Job es morir; algo así como pedían Elías y Jonás: 1 Re 19,4; Jan 4,3. La petición frecuente de los salmos toca su extremo opuesto. Es dudosa la traducción de 10c. 

6,14 La lealtad humana ha de ser tolerante, no debe abandonar al hombre aunque éste abandone a Dios; Job pide a sus amigos la suprema comprensión de la desgracia ajena: los amigos no saben dársela, porque no han pasado por el dolor. Cristo ha de sufrir para entender el sufrimiento humano y disculpar a los hombres. 

6,15-20 La imagen del torrente que se seca de repente se lee en Jr 2 y 15. Es muy dudosa la traducción del v. 16. 

6,21 La figura de Job se ha vuelto contagiosa y numinosa. 

6,22-23 Pasa a la terminología jurídica: en un supuesto proceso, los amigos deberían librar al amigo o saliendo por él o pagando por su rescate. No es esta liberación ilegal y vergonzosa la que pide Job, sino el reconocimiento de su inocencia: algo que cuesta menos en dinero, más en honradez y valentía. La alusión a Dios como poder tiránico es apenas perceptible. 

6,24-30 La terminología avanza de la simple discusión o debate al verdadero pleito. Instruir al equivocado puede ser una función oficial, como la de los sacerdotes en el templo; pero también en un proceso puede uno decir "si he faltado en mis palabras, dime en qué"; probar una tesis y demostrar la falsedad del adversario también pertenece a los dos mundos, del debate y del proceso. Con el juramento de decir la verdad, la cosa está clara: se pasa expresamente al tema de la justicia e injusticia. Es decir, Job comienza a considerar el diálogo con los amigos como un pleito en que se debate su propia inocencia; ya no le importa el consuelo, que los amigos no saben dar. Ya no está en juego su vida o su bienestar, sólo está en juego su inocencia, y luchará por probarla aunque se enajene a sus amigos.
Nueva apuesta en la tierra, con plena conciencia del peligro: esta vez Job se apuesta a sí mismo. También esto es sed de justicia. 

6,25-26 La teoría es lógica y coherente, pero ¿qué prueba frente al hecho? Lógica envolvente, sólo atenta a las palabras, lógica fácil, por la posición desventajosa del contrario. Pero cuánto más auténticas son las palabras incoherentes e ilógicas del desesperado. 

6,27 La lógica despiadada los llevaría a jugársela a un indefenso, a vender a un amigo. También ellos se apuestan a Job, para probar con él la validez de su doctrina. ¡Gran victoria dialéctica! 

6,30 A pesar de todo, Job conserva lucidez para controlar el sentido y valor de sus propias razones. Job quiere confundir la sabiduría de los sabios con la fuerza de su dolor, aunque después no logre dar respuesta positiva al enigma de ese dolor. Al extremar la situación y al no llegar a una respuesta satisfactoria, el autor hace más agudo el problema, más necesaria una respuesta. Al mismo tiempo nos acusa a los lectores, que pensamos quizá resolver con respuestas razonables y teorías coherentes los grandes problemas de la existencia humana. Por encima de los amigos, el drama de Job se dirige a los espectadores.

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