domingo, 4 de noviembre de 2012

CAPÍTULO 8.



8 1Bildad de Suj habló a su vez y dijo:
2¿Hasta cuándo hablarás de esa manera
y serán tus palabras un huracán?
3¿Puede Dios torcer el derecho
o el Todopoderoso torcer la justicia?
4Si tus hijos pecaron contra él,
ya los entregó en poder de sus delitos.
5Pero si tú madrugas por buscar a Dios
y suplicas al Todopoderoso,
6si te conservas puro y recto,
él velará por ti y restaurará
tu legítima morada;
7tu pasado será una pequeñez
comparado con tu magnífico futuro.
8Pregunta a las generaciones pasadas,
atiende a lo que averiguaron tus padres;
9nosotros somos de ayer, no sabemos nada;
nuestros días son una sombra sobre el suelo.
10pero ellos te instruirán,
te hablarán con palabras salidas del corazón.
11 ¿Brota el papiro fuera del pantano,
crece sin agua el junco?
12Todavía verde, sin que lo arranquen,
se agosta antes que otras hierbas.
13Tal es el destino del que olvida a Dios,
en eso acaba la esperanza del impío.
14Su confianza es frágil,
una telaraña su seguridad;
15Si uno se apoya en ella, no lo resiste;
si se agarra a ella, no lo sostiene.
16Lleno de savia, al sol,
echa retoños por su huerto,
17enreda las raíces entre piedras
y se agarra al cerco de piedras.
18Pero si lo eliminan de su sitio,
éste reniega de él: «Nunca te he visto».
19Así acaba su alegre carrera,
y otra planta brota de la tierra.
20Dios no rechaza al hombre justo
ni da la mano a los malvados:
21puede aún llenar tu boca de risas
y tus labios de gritos de júbilo;
22tus enemigos se cubrirán de vergüenza
y la tienda del malvado desaparecerá.

EXPLICACIÓN.

8,1 Primer discurso de Bildad. En él apela simplemente a la tradición y teje un discurso en estilo sapiencial. La tradición nos enseña un principio cierto, la justicia de Dios; la cual consiste en la retribución proporcional de malos y buenos. El discurso procede en pasos dobles paralelos, imitando con su regularidad el orden simple de la retribución. Los hijos malos (4), tú bueno (5-7), en doble condicional; los malos (11-19), los buenos (20-22); marcan la regularidad las dos introducciones: ad hominem (2-3), apelando a la tradición (8-10). Diríase que Bildad habla al aire, sin enterarse de lo que Job sufre y dice; con todo, es de notar esta leve diferencia: mientras la suerte de los malvados se describe en tercera persona, la suerte de los buenos se enuncia en segunda persona, como ofrecimiento personal a Job. 

8,2 Viento por la falta de contenido, impetuoso por la pasión; el mismo Job lo ha concedido en 6,26. 

8,3 Véase lo que dicen Job en 27,2 y Elihú en 34,12. 

8,4 Bildad conoce el prólogo: de la desgracia de los hijos deduce su culpa. 

8,5-7 La oración está en los límites de la retribución, es una religiosidad interesada. 

8,9-10 Véase Dt 32,7. El principio de la tradición es fundamental en el mundo sapiencial. Además la referencia de 9b hace pensar en una longevidad extraordinaria de los antepasados, 

8,10 Del corazón o de la memoria, en sentido de sinceridad o de recuerdo. Lo cual se opone al viento de unas palabras que brotan de la pasión del momento. 

8,14 Véase Is 59,5s.

8,16 Otros entienden "antes de que salga el sol". 

8,17 Dudosa la traducción de piedras y muro, algunos piensan en fuente, según Jos 15,19. 

8,20 Justo es uno de los términos del prólogo. Se diría que Bildad está negando los hechos patentes, y así lo entenderá Job; pero el lector, que ve la escena entera, sabe que es cierto, que Dios no ha rechazado al justo; claro está, no para dar la razón a Bildad. La ironía del autor juega con los personajes. 

8,21 Véase Sal 126,2. 

8,22 Sal 35,26; 109,29; 132,18. Se redondea el discurso y Bildad puede callar satisfecho. Bildad inocentemente está colaborando con el Satán, pues quiere meter a Job en el camino de la religiosidad interesada. El autor que busca el paralelo y el lector que lo contempla se hacen señas por encima de los personajes: va a resultar que la venerable doctrina tradicional sobre la justicia de Dios está más cerca del Satán que del verdadero Dios. Contra ella y contra Satán, el autor se apuesta su protagonista.

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