jueves, 6 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 36.



36 1Elihú siguió hablando:
2Espera un poco y te enseñaré,
que aún queda algo por decir
en defensa de Dios.
3Iré lejos a buscar mi saber
para darle la razón a mi Hacedor;
4cierto, mis argumentos no son falsos,
habla contigo un sabio consumado.
5Mira, Dios es poderoso
y no desprecia el corazón sincero,
6no deja con vida al malvado,
hace justicia al pobre,
7no aparta sus ojos del justo,
lo sienta en tronos reales
y lo exalta para siempre.
8y cuando los ata con cadenas
o los sujeta con cuerdas de aflicción,
9es para denunciarles sus acciones
y los pecados de su soberbia;
10les abre el oído para que aprendan
y los exhorta a convertirse de la maldad.
11Si hacen caso y se someten,
acabarán sus días en la prosperidad
y sus años en el bienestar.
12Si no escuchan, pasarán la frontera de la Muerte,
expirarán sin darse cuenta.
13Pues los malvados, cuando los encadena,
en vez de pedir auxilio, acumulan rencor;
14pierden la vida en plena juventud,
y mueren a la edad de los efebos.
15Con la aflicción él salva al afligido,
abriéndole el oído con el sufrimiento.
16También a ti te impulsa a salir
de las garras de la angustia
a un lugar espacioso y abierto
para servirte una mesa sustanciosa,
17pero no defiendas la causa del malvado,
mantén mi derecho;
18no te dejes seducir por la largueza
ni torcer por un rico soborno.
19¿Acaso en el peligro valdrán ante él
tus riquezas y todas tus posesiones?
20De noche no estés anhelando
echar a la gente de su sitio;
21no te vuelvas a la maldad,
pues por ella te probaron con la aflicción.
22Mira, Dios es sublime en poder,
¿qué maestro se le puede comparar?
23¿Quién le señala el camino,
quién puede acusarlo de injusticia?
24Acuérdate de celebrar sus obras,
que han cantado los hombres;
25todos las contemplan,
los humanos las miran desde lejos.
26Mira, Dios es sublime, no lo entendemos
y no podemos contar sus años.
27Va apartando gotas de agua
y las filtra de su fuente como lluvia;
28las nubes las destilan
y caen a chaparrones sobre el suelo.
31Con ellas alimentan a los pueblos
dándoles comida copiosa.
29¿Quién calcula la extensión de las nubes
o la altura de su pabellón?
30En tomo a sí despliega la luz
y asienta su trono en las raíces del mar.
32Esconde el rayo en sus palmas
y lo lanza certero a su blanco.
33El Altísimo hace oír su trueno
y su ira provoca la tormenta.

36,1-21 La introducción de este capítulo anuncia que algo nuevo "queda por decir. Esto vale para el himno que comienza en el v. 22 y sigue en el cap. siguiente. Los versos 5-21 vuelven a exponer la doctrina del castigo saludable y la transforman en una exhortación -cosa que ya han hecho los amigos, quizá con menos precisión-. Elihú tiene en cuenta no sólo la acción divina, sino también la reacción humana, en una alternativa de tipo casuístico: "si hacen caso ... si no escuchan ... ". Es decir, el castigo saludable exige una aceptación libre del hombre, que debe reconocerlo como tal y convertirse. Es la vieja idea del dolor como revelador de pecado.El fragmento no cita palabras de Job, hay que suplirlas del contexto anterior. 

36,3 Desde lejos puede referirse a una doctrina exótica o antigua. 

36,4 Se cree en posesión de la solución definitiva, que puede cerrar el caso Job; pero el drama de Job es demasiado grande para quedar resuelto y cerrado por las palabras de un Elihú o de muchos semejantes. 

36,5 Dudosa la segunda mitad: véase Sal 51,19. 

36,6 Responde a 21,7; véase Sal 37,35-36; 73,18-20. 

36,7 Elifaz en 5,11; Sal 113,7-8; y el Magnificat Lc 1,52. 

36,8 Los versos anteriores presentan el principio general; lo que sigue explica los casos que parecen quebrantar dicho principio. Es el segundo principio del castigo saludable, ya apuntado por Elifaz, 5,17. Primero habla del sufrimiento como castigo. 

36,11-12 La doble fórmula "si. .. si no ...” se encuentra también en la predicación de la alianza y la ley -bendiciones y maldiciones- y en la predicación profética, p. ej. Is 1,19-20. 

36,13 Es el proceso de la contumacia, el endurecer el corazón; véase como ejemplo la historia de Moisés y el Faraón. 

36,14 La ley prohíbe la prostitución sagrada de mujeres y de hombres, Dt 23,17, y los libros narrativas se refieren a este abuso y a su remedio, 1 Re 14,24; 15,12; 22,46; 4 Rg 23,7. Elihú supone (no sabemos por qué) que esos jóvenes "hieródulos" morían prematuramente. 

36,16-20 Estos versos son un enigma no explicado todavía. Las diversas conjeturas se basan en ligeros cambios del texto, en cambiar los sujetos que hablan. Parece que se trata de una exhortación a la justicia con el prójimo, especialmente con el indefenso; como si Job no hubiera pronunciado su juramento de inocencia. 

36,16 Véase Sal 4,2; 23,5; 35,9. 

36,17 "Mi causa": porque la causa de los indefensos es causa de Dios. Era la actividad de Job: 29,12.14.16. 

36,19 Véase Sal 49,8-10. 

36,20 La noche como tiempo de los malhechores: 24,13-17. 

36,21 Cierra la serie de prohibiciones o recomendaciones negativas en un estilo que recuerda sobre todo al Deuteronomio. Pausa mayor. 

36,22-37,24 La última sección de Elihú es un himno a la grandeza de Dios aplicado a las reclamaciones de Job. Fragmentos hímnicos se escuchaban en los discursos de los amigos, cap. 5 y 11, Y en los de Job cap. 9 y 12; descollaba el de Bildad en cap. 25-26. Tampoco en este aspecto es Elihú del todo original, y queda muy por debajo de Bildad en inspiración poética. Por las reflexiones y preguntas finales, este discurso anticipa los de Dios. Pero es distinta la perspectiva y la función poética, Elihú no puede soltar su papel usurpado de actor. El tema del himno es la acción admirable de Dios en los meteoros, especialmente en la tormenta teofánica. El tema es tradicional. En su discurso Elihú utiliza los elementos cósmicos como argumento para probar el poder, la sabiduría y la justicia de Dios. El dominio sobre las fuerzas de la naturaleza revela el poder de Dios, el orden y la alternancia de las estaciones revela su sabiduría, el uso que Dios hace al favorecer o castigar revela su justicia. Todo ello de una manera particular, revelando al mismo tiempo la distancia inalcanzable, la sabiduría insondable, la justicia indiscutible de Dios. Es una revelación con algo de enigma, supera lo que revela, enseña imponiendo respeto. 

El himno lleva como exordio una interpelación a Job; en la última sección (14-24) la descripción se funde en la interpelación. El estilo resulta prolijo, como si quisiera compensar con repeticiones la falta de expresiones vigorosas. Aunque es verdad que nuestra impresión está influenciada por las dificultades insuperables de muchos versos. 

36,22-25 Estos versos son programáticos. Con otra terminología reúnen cuatro atributos de Dios: poderoso, sabio, justo, trascendente, entre los cuales sobresale la justicia. 

36,22 El título de maestro se aplica a Dios en Is 30,20. 

36,23 Véase sobre todo Is 40,13-14. Acusación de injusticia: 9,12; 21,31. 

36,24-25 En vez de acusar o criticar, Job debe sumarse al coro de los fieles que alaban al Señor. Las obras son visibles, pero distantes, revelan a la vez la presencia y la trascendencia. El hombre ha de tomar ante ellas una actitud contemplativa que se transforma finalmente en canto: véase p. ej. Eclo 39,14-15.35. La lluvia puede ser benéfica (31), la tormenta, punitiva (33), las nubes, azote o favor (37,13), el trueno infunde temor reverencial (37,1). 

36,24 Eclo 17,8-10. 

36,26 La edad de Dios es su trascender el tiempo, como en Is 43,10; Sal 102,25-28; también implica la sabiduría plena. 

36,27.28.31 El modo diverso de llover, goteando o torrencialmente, es un primer enigma que manifiesta una inteligencia superior y un control absoluto. 

36,29-30 Imagina a un soberano: su tienda o pabellón, gigantesco, hecho de nubes (cfr. Sal 18,12); se envuelve en luz como en un manto real, asienta su trono (¿la tierra?) sobre el mar subterráneo: compárese con Sal 104,2.3.5. 

36,31 La lluvia como bendición es otro enigma, pues produce alimento abundante para pueblos enteros. 

36,32-32 A través de un texto dudoso imaginamos al soberano en acción: encendido en el celo de su ira, lanza el bramido del trueno y dispara contra el blanco el rayo que empuña su mano: compárese con Sal 18,14-16.

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