jueves, 6 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 37.



37 1Al ver eso tiembla mi corazón
y se me salta de su sitio.
2¡Atención!, oíd el trueno de su voz
y el retumbar que sale de su boca;
3suelta bajo el cielo su rayo
que alcanza hasta el extremo del orbe;
4tras él ruge su voz, atruena con voz majestuosa
y ya no los detiene una vez
que se escucha su voz.
5Dios atruena con voz maravillosa
y realiza proezas que no comprendemos.
6Ordena a la nieve: «Cae al suelo»,
y al aguacero: «Apresúrate».
7Encierra a todo hombre
para que el mortal
reconozca que es obra suya.
8Las fieras se meten en sus madrigueras
y se quedan en sus guaridas.
9De las cámaras del sur viene la tormenta,
de los vientos del norte la helada;
10al soplo de Dios se forma el hielo
y se cuaja la superficie del agua.
11ÉI carga de humedad los nublados
y dispersa las nubes de tormenta,
12que giran y se revuelven, timoneadas por él,
para cumplir todos sus encargos
sobre la superficie del orbe;
13y hace que acierten, como azote
-si no obedecen- o como favor.
14Escúchame esto, Job,
detente y fíjate en las maravillas de Dios:
15¿Sabes cómo dirige Dios las nubes
y hace fulgurar su nube de relámpagos?
16¿Sabes cómo equilibra las nubes,
maravillas de sabiduría consumada?
17Tú, que te abrasas en tu ropa
cuando la tierra se aletarga bajo el solano,
18¿puedes tender con él el firmamento,
duro como espejo de metal fundido?
19Enséñanos qué debemos decirle,
porque a oscuras no podemos argüir.
20¿Hay que advertirle de qué quiero hablar?,
si uno dice algo, ¿hay que informarle?
21Ahora no se ve la luz,
oscurecida entre nubes;
pero un viento pasará limpiándolas.
22Del norte vienen resplandores de oro,
Dios se rodea de majestad terrible;
23no podemos alcanzar al Todopoderoso:
sublime en poder, rico en justicia,
no viola el derecho.
24Por eso lo temen todos los hombres
y él no teme a los sabios.

37,1 Terror numinoso provocado por la teofanía: véase p. ej. 1 Sm 7,10. 

37,2 El trueno como voz de Dios: Sal 29. 

37,5 Eco de Elifaz, 5,9 y de Job, 9,10. 

37,6 Compárese con Sal 147,16 y con la descripción de Eclo 43,17-18. 

37,7-8 El primer verso es dudoso. Por el paralelismo con el siguiente sobre los animales, parece tratar de la inacción forzada del hombre durante las tormentas invernales. Es un tiempo en que Dios solo actúa y el hombre no se puede atribuir nada. La acción de Dios puede ser benéfica o destructiva. 

37,9 Véanse Sal 135,7; Eclo 43,14. 

37,10 Véanse Sal 147,17; Eclo 43,20. 

37,11 Verso dudoso.

37,12-13 Concluye el tema resumiendo la función de los meteoros a servicio de la justicia divina. Compárese con Eclo 39,16.21.28.30. 

37,15 El estilo de preguntas es común en el género sapiencial y también en el desafío, forense o no; ejemplo típico Is 40,12-27; también Prov 30,4. Los enigmas dejan sin respuesta al rival, o le dan la victoria: recuérdese Sansón, Jue 14,14.18, y Salomón, 1 Re 10,3. 

37,16 La maravilla es que, estando las nubes cargadas de agua pesada, se remontan y vuelan por la altura. 

37,17-18 El comienzo es dudoso. Como el frío encierra hombres y animales en casa, así también el calor enerva y paraliza al hombre. 

37,19-20 Invitación irónica a preparar la discusión con Dios. Al pronunciar esta frase, Elihú ya sabe lo que viene: que Job no tendrá qué responder a Dios: así estos versos se refieren a los preparativos de Job, mientras los siguientes anuncian la llegada de Dios en la teofanía. Con ellos crea un puente artificial para retirarse de la escena sin esperar la contestación de Job, y para enlazar su discurso con lo que sigue. El verso 20 es ininteligible: quizá aluda al criado que anuncia la entrada de un visitante o la intervención de uno de los presentes. 

37,21-22 La teofanía es como el brillo del sol después de la tormenta, cuando el viento ha limpiado el cielo de nubes. De la lejanía septentrional, del Monte Safón, morada de los dioses, llega un resplandor dorado que es la majestad de Dios: compárese con Ez 1. En otros textos Dios viene desde el Sinaí o del Sur: Sal 68,8-9.35-36; Hab 3,3. En este sentido, la descripción de la tempestad y del invierno eran himno y enseñanza humana; la teofanía de Dios va a tomar la forma del triunfo de la luz sobre el nublado; recuérdense las variaciones de la teofanía en 1 Re 19.

37,23-24 A manera de epifonema, enlazando en inclusión con 36,22-23. Repite los atributos que comentaba en su argumentación: poder, sabiduría, justicia; todo ello trascendiendo el alcance humano. Con la alusión a los sabios (cfr. Is 29,14) se despide Elihú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario