jueves, 6 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 39.



39 1¿Sabes tú cuándo paren las gamuzas
o has asistido al parto de las ciervas?
2¿Les cuentas los meses de la preñez
o conoces el momento del parto?
3Se encorvan, fuerzan a salir las crías,
echan fuera los hijos;
4las crías crecen y se hacen fuertes,
salen a campo abierto y no vuelven.
5¿Quién da al asno salvaje su libertad
y suelta las ataduras del onagro?
6yo le he dado por casa el desierto
y por morada la llanura salada;
7y él se ríe del bullicio de la ciudad
y no escucha las voces del arriero;
8explora los montes en busca de pasto
rastreando cualquier rincón verde.
9¿Está el bisonte dispuesto a servirte
y a pasar la noche en tu establo?
10¿Puedes atarlo en los surcos fértiles
para que are las vegas detrás de ti?
11 Porque sea robusto, ¿puedes fiarte de él
y descargar en él tus tareas?
12¿Crees que volverá
para reunir el grano en tu era?
13EI avestruz aletea orgullosamente,
son sus plumas
como el plumaje de la cigüeña;
14cuando abandona en el suelo los huevos
y los incuba en la arena,
15sin pensar que unos pies pueden hollarlos
y una fiera pisotearlos,
16es cruel con sus crías, como si no fueran suyas;
no le importa que se malogre su fatiga;
17porque Dios le negó sabiduría
y no le repartió inteligencia.
18pero cuando se yergue batiéndose los flancos,
se ríe de caballos y jinetes.
19¿Le das al caballo su brío,
le vistes el cuello de crines?
20¿Lo haces saltar como langosta,
con resoplido terrible y majestuoso?
21Piafa en el valle y, gozoso de su fuerza,
sale al encuentro de las armas;
22se ríe del miedo, no se asusta,
no se vuelve ante la espada,
23contra él resuena la aljaba,
fulguran lanza y jabalina;
24con ímpetu y estruendo devora la distancia
y no se para cuando suena el clarín;
25al toque del clarín, responde con un relincho,
olfatea de lejos la batalla,
los gritos de mando y los alaridos.
26¿Enseñas tú a volar al halcón,
a desplegar sus alas hacia el sur?
27 ¿Mandas tú remontarse al águila
y al buitre colgar su nido en la altura?
28En una roca vive y se refugia,
un picacho es su torreón,
29desde donde acecha su presa
y sus ojos la otean desde lejos;
30sus crías sorben la sangre,
donde hay carroña allí está ella.

39 Continúa la serie de animales en libertad, no domesticados. Casi todos presentan un aspecto positivo y otro negativo: las gamuzas conocen el tiempo y saben dar a luz, pero no saben retener a las crías; el asno salvaje vive libre, pero busca con trabajo el sustento; el búfalo es robusto, pero no sirve para las faenas del campo; el avestruz es veloz, pero no sabe cuidar sus huevos; el caballo es ágil, pero busca el peligro; el ave de presa tiene vuelo alto y vista perspicaz, pero se alimenta de sangre y carroña. Entre todos componen un cuadro de cualidades y costumbres variadas, que revelan una sabiduría rica y extraña a la vez.
Es un mundo que el hombre no ha sometido, no ha domesticado; lo más que puede es conocerlo. Todos, excepto el avestruz, han recibido de Dios sabiduría: véase Eclo 1,9. 

39,1-4 La cierva es imagen de gracia y belleza, como indica Prov 5,19 y las referencias del Cantar. 

39,2 Jr 14,5. 

39,5-8 Emblema del destino de Ismael, Gn 16,12. Es como un esclavo emancipado que marcha a disfrutar de la libertad con sus riesgos. 

39,9 Son proverbiales su fuerza y agresividad: Nm 23,22; 24,8; Sal 22,22; 92,11. 

39,13-18 No es cierta la identificación con el avestruz, que incuba con gran diligencia. Puede tratarse de un ave que desconocemos o de una leyenda. En el AT figura el avestruz con otro nombre: Is 13,21; 34,13; Lam 4,3. 

39,19-25 Una de las descripciones más famosas de la Biblia. Su técnica está animada por la admiración entusiasta. 

39,27-30 Rapaz y necrófago: Prov 30,17; 2 Sm 21,10. Termina esta serie con una visión de muertos y sangre.

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